Antón Costas ha publicado un artículo en el que informa de una institución que algunos (supongo que bastantes) no conocíamos: las Escuelas de Segunda Oportunidad, E2O, que tratan de buscar una salida vital y profesional a los jóvenes que por cualquier razón han sido expulsados del sistema educativo y se hallan por tanto inermes ante el futuro. Como se sabe, España es líder en abandono escolar: más del 17% de los jóvenes entre 18 y 24 años dejan prematuramente sus estudios. La red de E2O cuenta con 43 centros en nueve comunidades autónomas, y en ellos unos 740 profesionales encarrilan a más de 9.000 jóvenes sin trabajo ni titulación alguna. Se ha creado un modelo pedagógico propio que recibe en apoyo de distintas instituciones públicas y privadas y que ofrece buenos resultados tangibles.

La idea es magnífica, y responde a una grave necesidad social ya que, como dice Costas, es evidente que una tan alta tasa de fracaso escolar ha de estar por fuerza relacionada con los fuertes desequilibrios sociales y con la existencia de una tasa insoportablemente alta de pobreza.

Pero, además -recuerda también Costas-, desde no hace mucho sabemos que el gasto en igualdad, en familias, no es improductivo. Era mentira aquel dilema entre gasto social y crecimiento económico: ahora sabemos, entre otras razones porque lo ha estudiado el FMI y ha sacado conclusiones incontestables, que una mayor justicia social genera una mayor productividad y una mayor sostenibilidad de la economía. Habría, pues, que profundizar en este camino, en el que quizá se encuentre el secreto de una modernidad más dinámica e inclusiva.